En el día de hoy, nos hemos encaminado hacia Braurón (griego antiguo Βραυρών, griego moderno Βραυρώνα, Vravrona). Esta localidad está situada cerca de la costa oriental del Ática, en la desembocadura del río Erasinós, a unos 37 km al este de Atenas.
En cuanto a su evolución histórica, este sitio debía su importancia, a partir del Neolítico (3500 a. C.), a su puerto natural y a su posición estratégica en dirección a las islas Cícladas y a Asia Menor. Los restos de residencias y de cerámica de los periodos heládico temprano y heládico medio indican que el lugar prosperó hasta la época micénica, siendo en este último momento cuando tuvo una población importante, como muestran los hallazgos de restos de casas y tumbas. El asentamiento se abandonó en el heládico reciente III B (1300-1230 a. C.),
Renació hacia 900 a. C., pero sus habitantes se asentaron en una colina diferente a la de los tiempos anteriores, más alejada del mar, a unos cuatrocientos metros de la desembocadura del Erasinós. Después, en torno al año 700 a. C. comenzó el periodo floreciente del santuario consagrada a Ártemis Brauronia. Cuando el ejército persa, liderado por Jerjes, invadió Ática en 480 a.C., el templo fue destruido y restaurado poco después. Por entonces, En el periodo clásico este territorio fue adscrito del demo de Filedes.
Estrabón recoge una información de Filócoro según la cual Braurón era una de las doce ciudades que el mítico rey Cécrope estableció en el Ática y que más tarde fueron unidas por Teseo a la ciudad de Atenas. Según la leyenda, Ifigenia dejó en el santuario de Braurón, donde llegó para ejercer de sacerdotisa, la estatua de madera de Artemisa que había traído de Táurica. Posteriormente, esta estatua fue tomada como botín por el rey persa Jerjes y llevada a Susa cuando este invadió el Ática en el 480 a. C., hasta que, más tarde, fue llevada por Seleuco a Laodicea de Siria. En otras versiones, sin embargo, Atenea había ordenado a Orestes que la llevara al santuario de Halas (situado muy cerca de Braurón) o bien la imagen había sido llevada a un lugar de Esparta llamado Limneon. Además, según una tradición local, fue en Braurón donde Ifigenia iba a ser sacrificada pero antes de ello fue reemplazada por una osa o un toro por obra de Artemisa.
El culto de Artemis Brauronia conectaba el santuario costero (rural) en Brauron con otro santuario (urbano) en la acrópolis de Atenas, el Brauroneion, desde el cual había una procesión cada cuatro años durante el festival Arkteia. El tirano Pisistratus era brauroniano de nacimiento, y se le atribuye la transferencia del culto a la Acrópolis, estableciendo así a nivel estatal en lugar de local.
Heródoto relata, a su vez, que durante la fiesta de Artemisa de Braurón, en un acto de piratería los pelasgos raptaron a muchas mujeres y se las llevaron a la isla de Lemnos, donde fueron retenidas como concubinas. Posteriormente, las mataron junto con los hijos que tuvieron con ellas, por temor de que estos últimos acabaran dominándolos cuando se hicieran mayores
Debido a los disturbios durante la primera Guerra de Macedonia (el sitio no estaba fortificado) y los problemas de desbordamiento con el río Erasinós, el santuario fue abandonado hacia el 300 a. C., cuando se produjo una gran inundación que enterró parte del lugar; por ello se conservaron muchos objetos de madera que en condiciones normales habrían desaparecido.
No hubo más actividad alrededor del templo hasta el período bizantino, cuando en el siglo X d.C. algunas ruinas del santuario se utilizaron para construir una pequeña basílica cristiana (Agios Georgios) más hacia el interior.
Al santuario de Artemis que cubre una superficie de unos 60 x 80 m, se accedía por un puente de piedra sobre el río Erasinós, que todavía conserva las huellas del paso de los carruajes y es el único puente que permanece de la Grecia clásica.
El templo dórico, propiamente dicho, mide 19,20 x 10,35 m y pertenece al siglo V a. C. Alrededor del altar, situado delante del templo, se desarrollaban las danzas rituales de las niñas, como lo muestran las figuras de unas cráteras del siglo V a. C.13 Los relieves del friso representan a Artemisa como la antigua señora ancestral de los animales, divinidad femenina de la naturaleza, de la fecundidad, de la vida y de la muerte. Se le ofrecían toros y cabras en sacrificio. Parece que este templo sucedió a un templo anterior que estaba situado en el lugar donde ahora se alza la iglesia de San Jorge, que pertenece a la época bizantina.
En el santuario se enseñaba la tumba de Ifigenia, quien habría llegado a Braurón desde Táuride. La tumba tenía el aspecto de una gruta. Junto a esta supuesta tumba se hallaba un pequeño santuario, que se supone que era un heroon donde se rendía culto a Ifigenia. Esta recibía como ofrenda la ropa de las mujeres que morían durante el parto.
El edificio más grande del santuario era la «stoa de las Arktoi» o «sala de las osas», cuya planta tenía forma de Π, tal vez a consecuencia de una reducción del plano inicial. Contaba con un total de nueve habitaciones y cada una albergaba once camas de madera y siete mesas. Se ha sugerido que la función de estas habitaciones era de dormitorio de las muchachas o quizá de refectorio donde se celebraban banquetes colectivos. Delante de las habitaciones se han hallado numerosas estatuas de niñas y niños. También se han hallado joyas, objetos cotidianos de uso femenino, utensilios agrícolas, cerámica y relieves votivos.
Además, un decreto ateniense de fines del siglo IV o principios del III a. C. menciona los edificios del santuario entre los que se citan, entre otros, un templo, un partenón, un gimnasio, un amphipoleion (vivienda de los sacerdotes), una palestra y establos. La identificación de algunos de esos edificios con las estructuras descubiertas es objeto de debate, pero seguramente algunos de ellos permanecen sin descubrir.
En cuanto a los ritos y festividades que alí se celebraron, se conocen algunos detalles a través de fuentes literarias y también por representaciones que se encuentran en la cerámica.
Las chicas de entre 5 y 10 años pasaban algún tiempo en el santuario de Braurón, se ejercitaban en la danza, en la carrera pedestre y en el arte de tejer, a fin de estar mejor preparadas para su vida de adultas. Asistían a las festividades de las «Brauronias», de carácter estrictamente femenino, que se celebraban cada cinco años (o cuatro, según algunas fuentes). Esta festividad debía iniciarse con una gran procesión, que partía del Brauronión (santuario de Artemisa Brauronia) situado en la Acrópolis de Atenas, a 24,5 km al NO del santuario.
En esta fiesta, las muchachas debían pasar por un rito, en honor de Artemisa, llamado «arktéia» que servía como transición entre la infancia y la vida adulta: para expiar la muerte de una osa domesticada que estaba consagrada a la divinidad, las chicas iban vestidas con túnicas de color azafrán, se las denominaba osas («arktos») e imitaban los gestos de dicho animal. Las vírgenes no podían ser dadas en matrimonio si no habían servido antes como osa a la diosa. No obstante, se desconoce cuántas muchachas realizaban este ritual. Puesto que el santuario no estaba en condiciones de acoger un gran número de participantes, se ha sugerido que algunas jóvenes participarían representando a otras que estarían ausentes. Se ha sugerido que la «arktéia» también comprendía el periodo de aislamiento en el que las muchachas permanecían consagradas a Artemisa y realizaban diversos servicios en el santuario.
Debido a algunos testimonios iconográficos donde aparecen representadas muchachas corriendo, se ha supuesto que uno de los rituales que se practicaban en el santuario podría haber consistido en una carrera donde el hecho de ir vestidas con un quitón o desnudas indicaba diferentes etapas de iniciación en que se hallaban las vírgenes, o que en un momento dado del rito las muchachas dejaban caer su vestimenta o tal vez se trataba en un juego de persecución en el que una muchacha hacía el papel de osa y otra hacía de víctima.
Se cree asimismo que muchos de los ritos tenían carácter nocturno, puesto que aparecen representaciones de las muchachas que corren o bailan llevando antorchas. También hay datos que informan de la presencia en Braurón de prostitutas que eran raptadas por individuos embriagados, por lo que se deduce que también tenían lugar ritos orgiásticos dionisíacos. Además, durante las fiestas se recitaban versos homéricos, y había concursos de música y de carreras de carros.
El Museo Arqueológico de Brauron está ubicado alrededor de una pequeña colina a unos 300 m de sitio arqueológico del Santuario de Artemisa. Considerado uno de los museos más importantes del Ática, debe fecharse su apertura en 1969; alberga los impresionantes hallazgos no solo de las excavaciones sistemáticas del santuario en Vravrona, sino también de la región más amplia de la "Mesogeia", abarcando un amplio arco cronológico, desde principios de la Edad del Bronce hasta la Edad Romana. Cabe destacar una estatua que representa a una niña pequeña, el llamado "oso" (arktoi) (Medvedicka). También, las dedicatorias votivas en el santuario incluyen una serie de estatuas de niños pequeños de ambos sexos, así como muchos artículos relacionados con la vida femenina, como joyeros y espejos. Se han recuperado un gran número de cráteres en miniatura (krateriskoi ) del sitio, muchos de los cuales representan a chicas jóvenes, desnudas o vestidas, corriendo o bailando. Igualmente, son reseñables un ingentes conjunto de joyas, pequeñas estatuas de niñas del siglo IV a. C., vasos y sellos entre otros..
En relación con el medioambiente, Vravrona, aparte de su importancia histórico-arqueológica, es igualmente conocida por su bello entorno natural dominado por una amplia zona húmeda que se extiende desde el santuario hasta la zona marítima, en la desembocadura del río Erasinós, en cuyo contexto natural se sitúa el santuario aquí comentado. Junto al Parque Nacional de Maratón, son las dos reservas de aguas de Ática que forman parte de la red Natura 2000. Albergando una riquísima flora y fauna, toda la zona de alrededor es un bello paraje natural para pasar un día agradable en plena naturaleza, y ...si el calor aprieta mucho, las aguas frescas y cristalinas de las playas cercanas les esperan. No obstante, también supone una grave peligro para el conjunto arqueológico, puesto que el cambio climático puede hacer elevar el nivel del mar y, debido a su cercanía, motivar su progresiva destrucción. Para ello, el centro anfitrión organizó un recorrido por el entorno geográfico inmediato, con guía local, que fue facilitando el conocimiento de la fauna y flora de este lugar, así como incidiendo en las circunstancias de degradación en el que se encuentra su desembocadura.
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